Este verano nos hemos escapado unos días a tierras nórdicas porque siempre nos ha atraído su cultura y queríamos ver de cerca todo lo que ofrece este tipo de turismo. Ha sido un viaje en plan mochilero en el que cambiábamos de alojamiento casi a diario y en el que hemos aprendido mil cosas interesantes. Obviamente, como celíacos, queríamos descubrir la oferta sin gluten de Suecia y Dinamarca, además de la conciencia de la enfermedad que tienen sus establecimientos y sus habitantes.
Antes de empezar a contaros nuestros once días de viaje, tenemos que deciros que como buenos previsores, y esto es muy recomendable, decidimos facturar una maleta con comida por las siguientes razones:
- En estos países el nivel de vida es muy alto y los precios de los alimentos se disparan aunque compres en supermercados
- Nunca sabemos lo que nos vamos a encontrar en los bares, así que preferimos llevar cosas básicas como pan, fiambres, conservas y demás para tener nuestras propias alternativas…
Comenzamos…
Día 1, 2 y 3 en Copenhague
Nos alojamos en un apartamento a 35 minutos a pie del centro y con un supermercado cercano de la cadena Rema 1000. El primer día llevamos nuestro bocadillo preparado de casa y nos paramos en un parque a admirar el paisaje mientras nos lo comíamos. Nos hizo muy buena temperatura, tan buena que no esperábamos tanto calor. Paseamos por el centro y visitamos el Ayuntamiento, la Gliptoteka, la Torre redonda y la Iglesia de Mármol para terminar en el puerto y cruzar a la famosa ciudad sin ley de “Christiania”.
Tras caminar durante todo el día volvimos a casa y cenamos pasta con tomate aprovechando la cocina del apartamento. Lo bueno de estos países es que todas las cocinas suelen tener horno y eso ayuda a comer bien y barato durante tantos días.
Al día siguiente cogimos nuestro coche de alquiler y nos fuimos a visitar los castillos de Kronborg y Frederiksborg en el norte de la isla de Selandia y repetimos con el bocata a mediodía. Ya por la tarde nos dirigimos a Roskilde para ver su famosa catedral y el museo de barcos vikingos a orillas del fiordo, un paraje de ensueño con una ambientación de lujo. Esa noche tomamos de postre una tarta típica de la zona, la Kladdkaka, que aunque suene un poco raro es una tarta de chocolate tipo brownie que encontramos en el super.
Ya el tercer día volvimos al centro de Copenhague para ver lo que nos quedó pendiente y ya decidimos almorzar en la calle. Concretamente en el Mercado de Torvehallerne donde habíamos leído que había un bar llamado Vita Boost que servía sanwiches sin gluten. En las imágenes podéis ver que tenía muy buen tamaño y estaba bien rico. Pasamos el día viendo las plazas e iglesias más famosas de la ciudad para finalmente refugiarnos del calor en la impresionante Galería Nacional y continuar nuestro paseo hacia el nuevo puerto Nyhav en que nos tomamos unos helados en Vaffelbageren contemplando el paisaje y buen ambiente de turistas y locales. En todas las heladerías podías encontrar un cartel con la información de alérgenos, además de comentarlo al camarero. Aquella noche cenamos una ensalada completa aprovechando las conservas que habíamos llevado de España, tomate y lechuga.
Día 4 en Aarhus y Aalborg
Para conocer el resto del país Danés tomamos nuestro coche de alquiler y recorrimos el llamado «Gran Cinturón» que une las islas principales con la península de Jutlandia en la que se encuentra una de las mayores ciudades, Aarhus. Allí paramos para andar por sus calles, ver la catedral, comer un bocadillo en su plaza principal y acercarnos al museo de arte contemporáneo «Aros» conocido por su anillo multicolor en la cima del edificio. Rápidamente pusimos rumbo a Aalborg donde nos hospedábamos aquella noche, a tan solo 1 hora de la ciudad anterior. La verdad es que llegamos tan cansados que solo queríamos cenar algo rápido y dormir. Nos aconsejaron dar un paseo por el bulevar principal de la ciudad en el que encontraríamos variedad de bares y restaurantes. Nuestra primera intención fue comernos un bocadillo recien preparado en Nadia’s, una franquicia de la zona que ofrece también unas baguettes sin gluten a las que pueden añadirle los ingredientes que quieras, pero el problema era que todo estaba en danés y no sabíamos que ingredientes estabamos pidiendo, además había una enorme cola para pedir. Así que para evitar más cansancio entramos en McDonald’s, que es un viejo conocido. Lo cierto es que nos sorprendió la variedad del servicio, ya que podías pedir la hamburguesa que quisieras (y no llevara empanados) con pan sin gluten, mucho más bueno por cierto. Allí las hamburguesas son diferentes, aunque tuvimos que pedirla en el mostrador porque en las pantallas táctiles no aparecía la opción de pan sin gluten.
En el siguiente post continuamos hablando de nuestro viaje, esta vez por tierras suecas.
DATOS A TENER EN CUENTA:
- Los productos que encuentras en los supermercados no suelen estar etiquetamos como sin gluten, a excepción de los productos específicos para celiacos. Es decir, si quieres comprar un paquete de fiambre o un bote de tomate frito, lo normal es que no encuentres ninguna espiga barrada ni nada por el estilo. Hay veces que puedes leer los ingredientes en inglés o alemán , pero muchos productos solo tienen los ingredientes en idiomas nórdicos.
- Muchos restaurantes y bares disponen de pan sin gluten y adaptan los platos porque conocen la enfermedad, pero no lo anuncian en la carta ni en las pizarras. Lo mejor es preguntarles en inglés (idioma que dominan a la perfección) y ver lo que ofrecen.
- No encontramos cerveza local sin gluten ni en supermercados ni en bares, cuestión de seguir buscando en otra ocasión.
Muchas gracias! Tenemos planes de visitar Copenhague y tu informe es sumamente útil!
Nos alegramos de que te haya servido! Disfrutad mucho de la ciudad, es preciosa!!